Aplazar nuestros sueños es, por desgracia, un hábito al que recurrimos más de lo que nos gustaría reconocer.
Un día tras otro, casi sin darnos cuenta, vamos posponiendo nuestros anhelos más profundos para cuando estemos más delgados o delgadas; para cuando tengamos más dinero o más tiempo; o para cuando dispongamos de mejores oportunidades.
Por debajo de esta costumbre tan venenosa de justificar nuestra inacción, se arrastran como serpientes nuestra ansiedad y nuestro miedo a fracasar.
Todos los estudios, en cambio, apuntan a que se sienten más realizadas las personas que se han arriesgado a hacer algo que les importa ─aunque no lo hayan logrado─, que las que nunca se atrevieron.
¡Es preferible intentarlo y no dar en la diana, que no haberlo intentado nunca!
En otras palabras, es mejor arrepentirse de lo que hayamos hecho que de lo que hemos dejado por hacer.
Y es que VIVIR, en mayúsculas, es un asunto que nunca deberíamos dejar para más adelante.
El momento ideal para comenzar a hacer todo aquello que amas es ahora mismo, porque...¿y si mañana, o dentro de un rato, es demasiado tarde?
Así que... ¿crees que merece la pena seguir autoengañándote con excusas?
Sin embargo, para adentrarse en la propia existencia con consciencia y pasión hace falta coraje.
Sobre todo, coraje para ser tú mismo por encima de las expectativas que las demás personas alberguen sobre ti.
Aunque por todas partes nos encontremos la frase Sé tú mismo, en el fondo sabemos que resulta más fácil decirlo que hacerlo.
VIVIR desde la autenticidad requiere que encontremos la forma de escabullirnos de todas las trampas que nos tienden la vergüenza y la culpa para evitar que expresemos libremente lo que guardamos en nuestros corazones.
Y no es tan simple hacerle un corte de mangas a tantos años de educación y condicionamientos.
Pero la cuestión no tiene que ver con si es o no difícil, sino con si merece o no la pena.
¿O tú qué piensas?
¿Te parece si repasamos algunas estrategias para que tu verdadero yo se anime a dar un paso al frente?
Presta atención...
Un día tras otro, casi sin darnos cuenta, vamos posponiendo nuestros anhelos más profundos para cuando estemos más delgados o delgadas; para cuando tengamos más dinero o más tiempo; o para cuando dispongamos de mejores oportunidades.
Por debajo de esta costumbre tan venenosa de justificar nuestra inacción, se arrastran como serpientes nuestra ansiedad y nuestro miedo a fracasar.
Todos los estudios, en cambio, apuntan a que se sienten más realizadas las personas que se han arriesgado a hacer algo que les importa ─aunque no lo hayan logrado─, que las que nunca se atrevieron.
¡Es preferible intentarlo y no dar en la diana, que no haberlo intentado nunca!
En otras palabras, es mejor arrepentirse de lo que hayamos hecho que de lo que hemos dejado por hacer.
Y es que VIVIR, en mayúsculas, es un asunto que nunca deberíamos dejar para más adelante.
El momento ideal para comenzar a hacer todo aquello que amas es ahora mismo, porque...¿y si mañana, o dentro de un rato, es demasiado tarde?
Así que... ¿crees que merece la pena seguir autoengañándote con excusas?
Sin embargo, para adentrarse en la propia existencia con consciencia y pasión hace falta coraje.
Sobre todo, coraje para ser tú mismo por encima de las expectativas que las demás personas alberguen sobre ti.
Aunque por todas partes nos encontremos la frase Sé tú mismo, en el fondo sabemos que resulta más fácil decirlo que hacerlo.
VIVIR desde la autenticidad requiere que encontremos la forma de escabullirnos de todas las trampas que nos tienden la vergüenza y la culpa para evitar que expresemos libremente lo que guardamos en nuestros corazones.
Y no es tan simple hacerle un corte de mangas a tantos años de educación y condicionamientos.
Pero la cuestión no tiene que ver con si es o no difícil, sino con si merece o no la pena.
¿O tú qué piensas?
¿Te parece si repasamos algunas estrategias para que tu verdadero yo se anime a dar un paso al frente?
Presta atención...